Home Institution
Brown University
Publication Date
Spring 2013
Abstract
La etimología de la palabra museo encuentra sus raíces en latín, de museum, que viene del griego mouseion, como mouseios: la casa de las musas (mousa).[1] En siguiendo esta epistemología, podemos entender los principios del museo, y su rol histórico en la sociedad. Las 9 musas fueron una gran parte de la mitología griega y representaron la inspiración en la literatura, la ciencia, y las artes: ellas eran las fuentes de todo conocimiento. Entonces, uno podría decir que el primer museo fue el templo, la casa de las musas. Este repositorio conservó esculturas y objetos de veneración a las diosas de la inspiración creativa. A diferencia de nuestros museos actuales, era un lugar sagrado, y los objetos atesorados dentro de él sólo eran vistos por personas específicas en momentos especiales. El ‘museo’ de aquel entonces era un espacio elitista e íntimamente unido a la cultura griega.
Luego podemos llegar a los tiempos de la Roma antigua, y el museum. Aunque los romanos todavía tenían sus templos con esculturas y objetos sagrados, el concepto del museo cambió a través de los años, convirtiéndose en colecciones privadas de artefactos antiguos de Grecia. Muchos emperadores y élites de esa época tenían colecciones de objetos (reales o copias) de la cultura griega, rescatados de las ruinas de pueblos conquistados y asimilados al imperio. Esta cultura material, casi siempre representada por esculturas, era expuesta en sus propiedades como obras de arte—una de las varias marcas de opulencia y poder. Este nuevo tipo de ‘museo’ florecía para un público privado y marcaba un alto estatus social.
Viajemos luego al mundo moderno, entre los siglos XVI y XVII: durante el Renacimiento europeo, aparece el museo de nuevo en los gabinetes de curiosidades: estos espacios eran la continuación del museo como situ de élites—privado e inaccesible. Las colecciones que formaron los gabinetes venían de objetos reunidos durante los viajes mundiales de las élites. Las colecciones podrían incluir conchas de la costa de Francia, cuadros de un pintor holandés, o esculturas griegas. Aquí empezaron los primeros ‘museos’ como los conocemos hoy día: una o varias salas donde se exponen objetos coleccionados y curados en cierta forma estética.
Cuando el museo se convirtió en una institución formal y abrió sus puertas al público, todavía llevaba una connotación elitista: no solamente en las normas sociales de quién podía entrar, sino también qué y cómo se exponía. De manera similar al gabinete, en los primeros museos objetos del mundo occidental eran aclamados como ‘arte’ y celebrados como obras de genio; en cambio, objetos del mundo no occidental eran expuestos como ‘curiosidades,’ provocando asombro por su rareza y pertenencia al ámbito de lo ‘exótico.’ Occidentales o no, todos los objetos en los museos estaban allí solamente para ser contemplados individualmente. Aunque el museo ya había roto con sus orígenes como espacio religioso, seguía reconociéndose como un templo: un lugar donde se presentaban obras de ‘arte’ o ‘curiosidades,’ sin generar mayores reflexiones sobre su existencia. El museo existía solamente como un lugar de observación y distancia, no de participación. Por eso, la perspectiva hasta muy recientemente ha sido que los museos eran “inalcanzables, aburridos.”[2]
Sin embargo, estas connotaciones han cambiado con los años: el museo del siglo XXI es muy diferente al museo del pasado. En preguntando al personal del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) de Guayaquil, donde realizé mi estudio de campo, descubrí que sus conceptos del museo y de su función en la sociedad representan una gran ruptura con la historia del museo. Sara Bermeo, la custodia de la reserva y curadora de arte contemporáneo en el MAAC, comenzó su descripción del museo como un espacio que “envuelve, enamora, seduce.”[3] Sus palabras eran específicas, pensadas, exactas. El museo es el “contenedor y guardián del patrimonio” que tiene la “responsabilidad que este patrimonio se enseñe… para que la gente sienta eso como suyo, se lo apropie.”[4] Después de 30 años trabajando en un museo, ella todavía se toma su tiempo y disfruta reflexionando sobre este espacio de sabiduría. Escuchar esas palabras me dio escalofríos, porque en realidad podía sentir el poder del museo en la formación de su identidad y orgullo en su patrimonio.
Otro veterano con 27 años en el museo, Alfredo García—director del centro documental y antiguo director del Museo Nahím Isaías y el Archivo Histórico—me explicó sus razones en darle importancia al museo como guardián del patrimonio. Me dijo simplemente que “debemos saber de dónde vinimos para saber dónde vamos.”[5] Esta pregunta — ¿por qué importan el patrimonio y los museos? — es algo que yo he pensado mucho, buscando una respuesta complicada y detallada que explique el sentido que yo he tenido desde niña; pero es simple: como dijo David Giambroni, del departamento de gestión cultural, los “museos ayudan en la construcción y formación de la persona”[6] porque son espacios donde puedes aprender de tu historia, ya sea como parte del patrimonio de la humanidad, de tu país, o de tus ancestros.
Ya que hemos respondido a la pregunta ¿por qué el museo?, consideremos ahora la pregunta ¿por qué el MAAC? ¿Cuál es la historia de este museo, y por qué existe aquí en esta ciudad, en este edificio, con estos bienes culturales? El MAAC en realidad comenzó como el Museo del Banco Central, fundado en 1974 y ubicado en la esquina de las calles 9 de octubre y Anteparra, en medio del centro de la ciudad, muy cerca de los edificios de la municipalidad y del gobierno del estado. El museo tampoco incluyó arte contemporáneo—era solamente antropológico con objetos arqueológicos, casi todos de las culturas antiguas de la costa del Ecuador, pero con algunos de la sierra. Muchas piezas que formaron parte de la colección arqueológica más grande del Ecuador vinieron de huaqueros y fueron conseguidas entre 1975 y 1980. [7]La cantidad de objetos arqueológicos y la riqueza de las culturas antiguas crearon la necesidad de un museo y una reserva para exponer por lo menos una fracción de estos bienes culturales. Aunque las exposiciones eran solamente de cultura material antigua, con el pasar de los años el museo fue coleccionando obras de arte contemporáneo, añadiendo a su pequeña pinacoteca. Durante su época de administración por el Banco Central, muchos empleados del museo se beneficiaron de un énfasis en la educación del personal: algunos hasta tuvieron la oportunidad de hacer maestrías en universidades reconocidas mundialmente, y casi todos tuvieron acceso a capacitaciones u otro tipo de educación adicional.
[1] “Museum.” Merriam-Webster Dictionary, visitado 23 abril 2013, < http://www.merriam-webster.com/dictionary/museum>
[2] Jiménez, María (museógrafa de arte contemporáneo del MAAC), entrevista 15 abril 2013.
[3] Bermeo, Sara (curadora y custodia de la reserva de arte contemporáneo del MAAC, directora de arte contemporáneo de la Dirección Cultural Guayaquil), entrevista, 15 abril 2013.
[4] Ibid.
[5] García, Alfredo (director del centro documental del MAAC), entrevista, 15 abril 2013.
[6] Giambroni, David (personal del departamento de gestión cultural del MAAC), entrevista, 12 abril 2013.
[7] Pilozo, Cristóbal (director de restauración de la reserva arqueológica del MAAC), entrevista, 3 abril 2013.
Disciplines
Arts and Humanities | Social and Cultural Anthropology
Recommended Citation
Pacheco-Fores, Camila, "Redefiniendo los Límites de la Colección: la Revolución del Museo Contemporáneo el caso del Museo Antropológico y de arte Contemporáneo de Guayaquil" (2013). Independent Study Project (ISP) Collection. 1603.
https://digitalcollections.sit.edu/isp_collection/1603
Program Name
Ecuador: Culture and Development